Primera repetición de la vía Tambo, churros y amigos
Por Iker Madoz
Los Andes Peruanos son uno de esos lugares mágicos, en los que hacer montaña es más sencillo; por el simple hecho de su habitual climatología estable.
Roger Cararach, Marc Toralles y yo, Iker Madoz, nos juntamos en Huaraz, el epicentro andino, para comenzar con nuestra aventura: la cara este del Jirishanca (6094 metros). Ésta se encuentra en la Cordillera de Huayhuash, a ocho horas de taxi desde Huaraz y un día de aproximación desde Queropalca para alcanzar su campo base.
De todas formas, el inicio de la aventura no lo podemos fijar en ese 17 de julio, puesto que fueron los escaladores vascos Kepa Escribano y Unai Mendia los primeros encaprichados por esta pared y, concretamente, por la vía francesa «Tambo, churros y amigos». Transmitiéndonos hace ya cinco años la información y la ilusión por subirse a una de las montañas más bellas de Huayhuash.
Esta vez, por diversos motivos, de ocio o de trabajo, ya llevábamos varias semanas en cotas altas y los tres nos encontrábamos bien aclimatados para ir directos al objetivo. Así, tras un intenso día de preparativos en la capital alpina, de madrugada partimos hacia la cordillera salvaje. Íbamos tremendamente motivados, ya que llevábamos muchos días sin escalar y el pronóstico para las próximas jornadas era favorable; una semana de anticiclón. Esta estabilidad suele ser más común encontrarla en la Cordillera Blanca, pero no en Huayhuash, en la que es habitual que a las tardes se nuble y precipite.
Teníamos doce días hábiles para hacer todo lo posible hasta coger el avión de retorno a casa. Y los queríamos aprovechar al máximo.
De esta manera, al día siguiente de llegar al campo base, dividimos la carga en dos mochilas y un petate para poner rumbo a la base de la pared, a tres horas de marcha. Aquí, al contrario del día anterior, los burros dirigidos por su arriero ya no nos podían ayudar a llevar el peso. Queríamos escalar la vía abierta en el año 2003 por los alpinistas Didier Jourdain y Aymeric Clouet (ED+, 1200m, VI, 7a, A2, 95°), llamada «Tambo, churros y amigos».
No se trata de la vía más sencilla para ascender la cara rocosa del Jirishanca, ya que en su margen derecho se encuentra la vía italiana repleta de expansivos, menos comprometida por lo tanto y con grados más bajos. Pero no buscábamos únicamente coronar la cima. Nuestra principal fuente de motivación era intentar repetir la vía francesa, abierta sin el uso de expansivos, solo mediante seguros flotantes; lo cual añade gran valor ético por parte de sus aperturistas, al igual que compromiso, puesto que únicamente cuentas con las posibilidades existentes en el muro para poder asegurar.
Los dos primeros días fueron los más engorrosos, pero conseguimos alcanzar la tercera reunión. Las fisuras estaban repletas de tierra, barro y plantas, incapacitaban la escalada libre y tuvimos que limpiar para poder pasar mediante el artificial.
Por consiguiente, decidimos volver al base a por más comida, puesto que con la que llevábamos encima no nos salían las cuentas.
Tras un día de descanso en el campamento, madrugamos y con las primeras luces ya estábamos en el punto más alto al que habíamos llegado dos jornadas atrás. Por suerte tuvimos un pequeño tramo de tierra en el cuarto largo, después la actividad se aceleró y pudimos escalar en libre. Así, no sin cansarnos de tanto tirar del petate, alcanzamos el vivac de los italianos, a la altura de la décima reunión.
El segundo día en pared también fue duro. Teníamos que escalar nueve largos, entre los cuales se encontraban algunos de los tramos más complejos de la vía. Lo bueno es que, para disfrutar más, los tres miembros de la cordada escalábamos todos los largos, nos negamos a remontar por la cuerda con el «jumar». En ciertas tiradas puede resultar una decisión menos rápida, pero, como ya he dicho, estábamos ahí para escalar. Hay que destacar también que desde las 6:20 de la mañana hasta alrededor de las 12:00 teníamos la suerte de escalar al sol, después éste se escondía tras la arista y por las tardes no nos quedaba más remedio que escalar a temperaturas cercanas a los 0°; así volvieron nuestras manos de estropeadas.
El tercer día consecutivo en pared conseguimos finalizar la vía francesa y alcanzamos la arista noreste, por la cual ascendieron por primera vez esta montaña. Tras pasar el primer techo de hielo encontramos una rampa de nieve en la que poder plantar la tienda. Así, Roger se quedó picando para confeccionar una buena repisa mientras Marc y yo fuimos a escalar el siguiente techo de hielo para dejarlo fijado y poder pasar ligeros el día siguiente, ya camino hacia la cima.
Pero parecía ser que el anticiclón llegaba a su fin. Por la mañana nos levantamos metidos en una nube y con fuertes vientos. Gracias al teléfono satélite conseguimos ponernos en contacto con la administradora del hotel La Casa de Zarela, de Huaraz, que nos mandó el parte. En éste se reflejaban días inestables de mucho viento. Con estas previsiones no vimos prudente estar en una arista a unos 5900 metros y tomamos la decisión de recoger todo y salir de allí. Tras muchos rápeles a lo largo de la cara este llegamos a pie de vía y pocas horas después, aún con luz, a nuestra tienda del campo base. Sin cima, pero contentos por haber llegado hasta ese punto y haber repetido una vía abierta con gran estilo.
Volvimos a Huaraz y después de pasar unos días con los amigos, celebrando nuestra aventura, descansando y comiendo, llegó la hora de volver a casa. Roger y yo al menos tuvimos la suerte de poder llegar y estar unos días tranquilos; al contrario de Marc, quién tal como llegaba a casa tenía que coger el coche e ir a Chamonix para trabajar del oficio de guía.
Otras publicaciones sobre esta escalada: Desnivel, Carpanta, FEEC en catalán, Gara en euskera. Véase además la escalada de Wohlleben, Bergau y Jähn en la cara NE del Jirishanca.
De PTM simplemente epica la escalada, mi mas sincero deseo de que regresen y logren la cumbre, total la montaña sigue alli
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