jueves, 26 de septiembre de 2013

Andes. Perú. Parque Nacional Huascarán. Áreas naturales protegidas. Andinismo, turismo y pagos.

Nevados Chopicalqui (izquierda), Huascarán Sur (centro) y Huascarán Norte desde el noroeste. Cordillera Blanca. Perú. Foto Sevi Bohórquez



Nuevas tarifas de entrada en áreas naturales protegidas del Perú

Con fecha 9 de septiembre de 2013, la jefatura del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado Peruano (SERNANP) mandó a la Asociación Peruana de Ecoturismo y Aventura (APTAE) la Carta Múltiple Nº 114-2013 con las nuevas tarifas de entrada a estas áreas a partir de enero de 2014.

La entrada al Parque Nacional Huascarán para «Turismo de aventura» costará 65 soles (S/.) por persona y tendrá validez de 21 días.

Comunicaciones personales (c.p.) y agradecimientos
Hugo Sifuentes Maguiña (Siex Expedition)

sábado, 7 de septiembre de 2013

Andes. Bolivia. Cordillera Quimza Cruz. Cordillera Real. Gigante Grande. Pico Italia. Nuevas vías de Monasterio, Clarke y Beisly

La lengua tradicional del pueblo Aymara de Bolivia utiliza descripciones características para nombrar sus montañas.




«Illimani» significa portador del agua (aguador), «Huayna Potosi» Juventud estruendosa o atronadora y «Mururata» el pico decapitado.


Nueva vías en Bolivia
Por Erik Monasterio

Nuestras expectativas en los Andes bolivianos eran lo suficientemente ambiciosas para escalar el «Gigante Grande» de la cordillera «Quimza Cruz» o Tres Cruces.

Antes era muy difícil llegar a esta sierra, pero los altos precios del mineral y la intensa actividad minera en los últimos años han facilitado el acceso por carretera. En apenas cuatro horas desde la La Paz, Gregg Beisly (neozelandés), Chris Clarke (estadounidense) y yo (boliviano-neozelandés) llegamos al lago Khota Laram y campamento minero al pie del Gigante Grande. De aquí la pista minera zigzaguea hasta el principio de la imponente cara oeste, de 650 m, a unos 5100 m.

Antes de subir investigué un poco la montaña. La sabiduría general dicta que esta investigación debe preceder al ascenso. Los escaladores estadounidenses Dakin Cook y Kevin Starr escalaron la cara oeste en 1993. No pudieron escalar la cara en un día, se vieron obligados a vivaquear cerca de la cumbre, y terminaron la vía al día siguiente durante una tormenta.

Como el descenso directo parecía tan difícil decidieron cruzar la cordillera, y aparecieron en una mina cercana al día siguiente. Entre tanto, el amigo de Dakin, Stan Sheppard, temía que la cordada estaba atrapada en la montaña por la tormenta, se fue a La Paz para organizar un rescate y murío trágicamente porque su coche se salió de la carretera al deslizarse en la nieve.

Los bien conocidos escaladores estadounidenses Andy Selters y Bruce Hendricks optaron por abrir una vía a la izquierda de la línea de Cook, en junio de 2001. A falta de terminar la vía a media tarde se refugiaron bajo extraplomos rocosos para protegerse de la caída de piedras, continuar la escalada después del atardecer y llegar a la cresta a medianoche. Debido a la compleja naturaleza del terreno y su mala calidad rocosa optaron por renunciar a la cima.

Tuvieron un descenso épico a lo largo de la arista noroeste, esquivando precipicios y roca suelta antes de terminar a la mañana siguiente. Ellos nombraron su ruta «Vía Loco» y consideraron que podría haber sido la ruta más técnica abierta en Bolivia hasta ese momento. Los únicos otros dos intentos conocidos en la montaña, por los guías de montaña de Bolivia este año, no tuvieron éxito.

Gregg Beisly en cabeza de cuerda en la cara oeste del Gigante Grande. Foto Erik Monasterio


Nueva vía en la cara oeste del Gigante Grande

El 1 de agosto a las 7:00 horas caminamos más allá de la carretera hacia la cara oeste. Una minera local nos imploró que no nos aventuráramos en la cara. Nos advirtió que la caída de rocas era común a mediados de la tarde y nos dijo que su esposo había muerto durante sus trabajos mineros en un pico cercano.

Estábamos seguros de que estaríamos fuera de la cara por la tarde y atravesamos una morrena sencilla que nos llevó directamente a nuestra vía. Escalamos el couloir (canal) derecho y nos encordamos porque el terreno mixto era más empinado y técnico. La escalada fue agradable en muchos niveles, había segmentos cortos verticales con capas de hielo delgado, entre espacios de terreno mixto con largas secciones de hielo / neve empinadas moderadamente.

A media tarde habíamos escalado ocho largos de cuerda, pero eran sólo dos terceras partes de la vía, cuando el sol calentó la cara y produjo duchas intermitentes de rocas. Nos protegimos y aseguramos bajo los extraplomos rocosos, pero a pesar de ello recibimos golpes de escasa importancia. No era cuestión de retirarse, cuando disminuyó la frecuencia de caída de piedras partimos hacia la cumbre. A las 16:00 horas, tras 12 largos llegamos a la cima.

Nueva vía de Monasterio, Clarke y Beisly en la cara oeste del Gigante Grande.
Foto Erik Monasterio


Sin embargo, el alivio que experimentamos al escapar de la cara duró poco porque la empinada vía de descenso por la arista noroeste parecía siniestro y amenazante por rocas sueltas que caían hacia la cara oeste. Chris partió pronto temiendo la aparición del mal de altura. Gregg y yo descendimos más despacio, cautelosos, nuestro ritmo estaba determinado por mi falta de aclimatación y agotamiento; porque subí la montaña tan sólo cinco días después de abandonar el nivel del mar.

El anochecer nos sorprendió en lo alto del laberínto de los acantilados, conviertiendo nuestra navegación en un verdadero desafío. Gregg, más alerta, con un inusual fino sentido de la dirección. me animó pacientemente, y encontró un camino a través de los precipicios y de la pared morrénica final; tan pronunciada que se deslizaba hacia el glaciar. Al final tuvimos que rapelar para llegar al glaciar, y después de caminar tres horas nos reunimos con Chris a medianoche.

Chris tuvo un accidente significativo en el descenso. Al ir en cabeza quedó atrapado en las paredes morrénicas después del anochecer, resbaló eventualmente. Cayó varias veces en el tramo más escarpado, con tiempo de para cerca de la parte inferior de la pared. Tuvo suerte de llegar sin lesiones graves.

Nueva vía de Monasterio y Beisly en la cara oeste del Pico Italia del Huayna Potosí.
Foto Erik Monasterio


Nueva vía en el Pico Italia de la cordillera Real

A las 4:00 horas del 10 de agosto partí con Gregg para abrir otra vía en el Pico Italia, donde conseguimos el año pasado la primera ascensión de la cara este. http://www.alpinist.com/doc/web12w/newswire-bolivia

Teníamos muchas ganas de encontrar una línea más fácil directamente a la cumbre (5740 m) y, después de caminar en la nieve hasta la cintura durante dos horas, empezamos a subir unos 800 metros al norte de nuestro punto de partida el año pasado. La vía resultó ser más dura y larga que la anterior; aunque el paso más difícil fue sólo de grado 18, la línea fue en general más empinada y complicada, y no fijamos el principio de la ruta.

La escalada fue excelente y absorbente con muy buena protección, pero cuestionada por las dificultades de encontrar la vía y la navegación en torno a una serie de falsas cumbres y secciones extraplomadas ingestionables con mochilas alpinas pesadas. Completamos el recorrido en 12 largos sostenidos y 17 horas. Por fortuna encontramos un vía de descenso directa.

Las rutas en el Gigante Grande y el Pico Italia fueron sostenidas y serias, de grado alpino 5 + neozelandés. El 5 de agosto logramos la primera travesía completa de los tres picos Milluni en la zona Huayna Potosi (5400 m) en siete horas. Y el 15 de agosto ascendimos al volcán Parinacota (6340 m) en la frontera de Bolivia con Chile.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Andes. Perú. Cordillera de Huayhuash. Nevado Trapecio. Cara sureste. Nueva vía de Pita y Fernández. Accidente y rescate

Cara SE del nevado Trapecio (5653 m) con la línea de nuestra vía.


Nueva vía y accidente en el nevado Trapecio
Por Miguel Ángel Pita Galego.
En O Barco de Valdeorras, España, a 4 de septiembre de 2013.


Introducción.

Siete años después me toca recordar de nuevo nuestra expedición a la cordillera de Huayhuash del año 2006. Unos japoneses repitieron la vía que abrimos en el nevado Trapecio creyendo que eran ellos los aperturistas y a partir de ese hecho me llegan contactos a mi blog tratando de confirmar datos de aquella ascensión. Uno de los correos que recibo es de Antonio Gómez Bohórquez («Sevi») y otro de un miembro del American Alpine Journal.

Este escrito lo redacto para aclarar algunas dudas que me planteó Sevi acerca del rescate que tuvo lugar entre los días 2 y 6 de agosto de 2006, tras el accidente que sufrimos al descender del nevado Trapecio —después de haber abierto una vía en su cara sureste— y que supuso la muerte de mi compañero José Manuel Fernández López.

No voy a entrar a describir con detalle como transcurrió aquella expedición: hice varias proyecciones en años anteriores, se publicó una pequeña reseña en la revista Desnivel, nº 251 junio 2007, subí varias entradas a mi blog, con fotografías y croquis, y escribí un relato titulado Sin Red, en el que vuelco todos mis recuerdos. Actualmente considero un capítulo pasado esa fase de hablar en público sobre ese viaje. Sí me parece interesante hablar sobre lo que supone un rescate en una cordillera remota como la de Huayhuash.

José Manuel Fernández en la pendiente de acceso a la cara SE del Trapecio.


Rescate en Huayhuash

Vaya por delante mi agradecimiento a todos los que nos ayudaron en aquel duro trance: a Justino, nuestro amigo de Huaraz, a los cinco miembros del equipo de rescate de Huaraz que acudieron a Huayhuash y con medios poco apropiados sacaron el cuerpo de José de la falda del Trapecio, a Manuel Sánchez del Consulado de España en Lima, que trató de que sobrelleváramos lo mejor posible el tiempo de espera en el país y se encargó de los trámites para la repatriación, a Alfredo Quintana, de Huaraz, que intentó sacarnos de Huayhuash con rapidez, cosa muy difícil de conseguir.

Cuando uno se va a escalar a un sitio como Huayhuash, en pequeño grupo y en «estilo ligero», tiene que tener claro que en caso de accidente las dificultades van a ser enormes para solucionar la situación. El único reproche que puedo hacer al respecto tiene que ver con la insuficiencia del dinero del que disponía el seguro para el rescate y repatriación.

En nuestro caso un accidente así ocurrido en España, por ejemplo, supondría una o varias llamadas de teléfono, uno o varios vuelos de helicóptero y el traslado del accidentado y los compañeros a un lugar seguro en el plazo de 24 horas, en el peor de los casos.

En Huayhuash supuso que el cuerpo de José estuvo tres días esperando a un helicóptero que no llegaba. Tres días de desesperación, en los que yo tuve que subir al lugar donde estaba el cuerpo al día siguiente de escaparme de la pared mientras nuestras mujeres descendían a la aldea de Huayllapa, a donde se tarda cuatro o cinco horas andando, a dar la voz de alarma y a donde tuve que volver al día siguiente yo mismo para volver a comunicarme con Huaraz, Lima y España.

José Manuel Fernández en la cascada de hielo de la cara SE del Trapecio.


Inconvenientes para el rescate

Los principales problemas con que nos encontramos para llevar a cabo la operación de rescate fueron los siguientes:

● La comunicación desde Huayhuash hacia el exterior es muy complicada. Encontramos en Huayllapa un locutorio telefónico desde el que se podía hablar empleando tarjetas prepago, con las que todo se ralentizaba enormemente.
● El helicóptero que supuestamente había en Huaraz para el rescate estaba destinado a otras funciones.
● Las gestiones con el seguro federativo fueron lentas y engorrosas. Nos derivaban a una oficina que no estaba en España, con unos horarios rígidos e insuficientes.
● El dinero para el rescate y la repatriación no cubría toda la cuantía que se solicitaba para mover un helicóptero y para enviar el cuerpo de vuelta a España.
● Cuando se dispuso de helicóptero, este nos dejó a los cinco rescatadores y a mí en la base de la pared y se marchó, recogiéndonos al día siguiente.
● Por motivos de jurisdicción el helicóptero nos trasladó a Huánuco (a los cinco rescatadores, a José y a mí), en vez de a Huaraz, lo que me supuso un viaje de ocho horas en taxi hasta Huaraz y la separación del grupo durante dos días, con la incertidumbre que eso ocasionó.

Cara SO del Trapecio, por la que descendí desde la cumbre.


Recomendaciones

En definitiva, un rescate en un lugar tan salvaje como éste lleva a las personas que lo sufren al límite físico y mental. Si se quiere evitar esto se me ocurre que puede ser recomendable tomar una serie de medidas como:

● Formar un grupo algo más amplio.
● Estudiar la posibilidad de ampliar el seguro federativo con otro, si es viable económicamente.
● Informar previamente en el consulado de España en Lima, del lugar en el que se va a desarrollar la actividad.
● Contratar con una empresa potente de Huaraz todo el tema de apoyo en la montaña, para que nos echen una mano en caso de problemas.

Espero que estas líneas aporten algo a todos aquellos que las lean.