lunes, 16 de noviembre de 2020

COVID-19. Mascarilla. Reutilización. Métodos de esterilización.

Esterilización de la mascarilla FFP2 con vapor de agua durante 10 minutos, después de usarla el máximo de ocho horas recomendado. Foto Sevi Bohórquez.


La desinfección y reutilización de mascarillas

Unidad de Epidemiología Clínica y Biblioteca del Hospital Universitario Donostia tradujo y resumió, el pasado marzo de 2020, un estudio de la doctora Amy Price y el médico Larry Chu, sobre mascarillas FFP2, difundido por el Laboratorio de Medios e Informática de Anestesia de la Universidad de Stanford. Por conveniencia, para nuestra salud y economía, copiamos y pegamos a continuación el resumen.

LAS MASCARILLAS FFP2 (o N95) PUEDEN REUSARSE TRAS UNA ADECUADA DESINFECCIÓN (AIRE 75°C o Luz UV)
Unidad de Epidemiología Clínica y Biblioteca
Hospital Universitario Donostia, Marzo 2020

Un estudio reciente de la Universidad de Stanford (non peer-review) evalúa los cambios producidos en la capacidad de filtración y en el gradiente de presión (pressure drop) de las mascarillas de “alta protección” FFP2 tras desinfección con 5 métodos diferentes:
• Aire caliente (horno) a 75°C, durante 30’
• Luz UV, 254 nm 30’
• Solución de alcohol 70°
• Lejía doméstica
• Vapor de agua durante 10’
Can N95 facial masks be used after disinfection? And for how many times?. Report from the collaboration of Stanford University and 4C Air, Inc. March 25, 2020.

CONCLUSIONES:
1. El aire caliente a 75°C durante 30’ no produjo efectos deletéreos en las mascarillas tras 20 ciclos de desinfección.
2. La desinfección con luz UV tampoco tuvo efecto perjudicial tras 10 ciclos de desinfección.
3. La desinfección con vapor de agua caliente no perjudicó las propiedades de la mascarilla durante los 3 primeros ciclos. Posteriormente, sí.
4. Tanto la lejía como el alcohol modifican la carga estática de las microfibras de polipropileno, lo que hace que las mascarillas pierdan su eficacia protectora.
Comunicaciones personales (c.p.) y agradecimientos
Dr. Joaquín Hernández Palazón

viernes, 13 de noviembre de 2020

Andes. Perú. Cordillera Ampato. Coropuna. Historia. Reivindicación feminista. Primeros andinistas peruanos.

Macizo del volcán Coropuna. Foto Consuelo Amorós, 2015.


Voto femenino y primeros andinistas peruanos a principios del siglo XX

Convendría imaginar tanto la Norteamérica como la Arequipa del Perú del año 1911 para valorar, en su justa medida, la aventura de Annie Smith Peck —que se anticipó a Hiram Bingham1— cuando alcanzó las dos primeras cimas del macizo volcánico del Coropuna, donde reclamó el derecho de la mujer al sufragio, acompañada por quienes fueron «casi los primeros [andinistas] peruanos de nombre conocido que hayan participado en la conquista de grandes montañas de su país.»

Para reivindicar, de nuevo, el mérito de aquella notable exploradora y de sus compañeros peruanos copiamos, a continuación, el artículo mecanografiado por Evelio Echevarría que publicaría la Revista Peruana de Andinismo y Glaciología nº 10, año 1973.



Norteamericanos y peruanos en el Coropuna, Año 1911
Evelio Echevarría

En 1911 la actividad alpina internacional se concentró súbitamente en el volcán glaciado Coropuna. Dos grupos norteamericanos, en abierta competencia uno con otro, se disputaron la primera ascensión de la montaña. Y ambos grupos se reforzaron con peruanos, los que con esto pasaron a obtener la distinción de ser casi los primeros alpinistas (ya cabe aquí la palabra andinistas) peruanos de nombre conocido que hayan participado en la conquista de grandes montañas de su país. Hecho importante, si se tiene en cuenta que los primeros clubes de andinismo del Perú no fueron fundados hasta el decenio 1950-60.

Aquella súbita actividad norteamericano-peruana en el Coropuna del temprano año de 1911 se originó con unas provocativas líneas que el arqueólogo norteamericano Adolph Bandelier introdujo en su libro The Islands of Titicaca and Coatí , Nueva York, 1910.

En aquellas líneas Bandelier sostenía que el Aconcagua, el monte más alto de las Américas, tenía 6.940 metros de altura, y el Coropuna 6.949 metros, nombrándolo así el vértice del continente. Al leer tal noticia, la norteamericana Annie Peck, que en 1908 había escalado el Nevado Huascarán, partió al Perú para escalar el Coropuna. A la vez, el viajero de la misma nacionalidad Hiram Bingham, aficionado al estudio de la cultura incásica y alpinista, organizó una expedición con el triple propósito de escalar también el Coropuna, buscar en la región del Cuzco “la última capital de los Incas”, descrita por el padre Calancha, y llevar a cabo una serie de investigaciones científicas. Annie Peck partió primero y llegó también primero. Ascendió los dos conos nevados2 que se pueden ver desde el pueblo de Viraco y en el más alto plantó un banderín con la inscripción “Vote for women” (Voto para la mujer), del movimiento feminista, muy activo, de aquellos años. El informe que Annie Peck rindió es breve:

“Hice, el verano pasado, el primer ascenso del macizo Coropuna, en la cordillera costera sur del Perú, desde el pueblo de Viraco, en su lado sur. Ascendí dos cumbres, las únicas visibles de ese lado. Desde las cumbres vi otras más atrás; pero como había una depresión entre ellas y las nuestras y como se hizo evidente con estudios hipsométricos que la altura de la montaña que hollaba era inferior a la del Huascarán pensé que no valdría la pena intentar las otras cumbres con mis limitados recursos. No tenía guías suizos pero me complace mucho haber escalado estas cumbres al primer intento. Por supuesto, fueron menos difíciles que el Huascarán.

Mis compañeros en la cumbre del Coropuna fueron el señor Ricardo Carpio, peruano, el señor Carl Volkmar, germano-norteamericano, y cuatro portadores peruanos; siete en total.”

Debe destacarse que Miss Peck tenía 61 años de edad cuando la ascensión. Por cordillera costera ella entendía la Cordillera Occidental. Las dos cumbres que ella ascendió corresponden a las cumbres del sudeste del Coropuna, de alrededor de 6.200 metros. La cumbre mayor, medida hace poco por el Instituto Geográfico Militar en 6.426 metros está al noroeste.

Tal es entonces la nota (traducida del inglés del Bulletín, de la American Geographical Society, Nueva York, tomo 44, núm. 3, año 1912, p. 207); por desgracia, en esta ocasión no se publicaron fotos ni mapas que permitieran identificar con certeza las dos cumbres ascendidas, pues el Coropuna tiene numerosos conos. Pero nótese la activa participación de peruanos, los que son, desde luego precursores del deporte de la alta montaña de su país y de Sudamérica. Indudablemente los periódicos locales (Lima, Arequipa) deben tener nombres adicionales sobre el nombre de los desconocidos portadores , el equipo usado, etc. que bien vale la pena investigar.

Cimas orientales (6234 m y 6305 m) del Coropuna, probablemente alcanzadas por Miss Peck y sus compañeros. Foto José Martínez Hernández, 2012.



La ascensión de Hiram Bingham

El segundo grupo norteamericano es el de Hiram Bingham, de la Universidad de Yale. Bingham sabía que Miss Peck iba decidida a llegar primero al Coropuna, pero decidió no participar en la competencia debido a que se había comprometido a realizar una serie de estudios científicos. Por tanto, aunque en el Perú recibió la noticia de las ascensiones de Miss Peck, Bingham siguió con sus planes. Sus informes posteriores aparecieron en el libro Incaland (Boston, 1922) y el artículo “The ascent of Coropuna”, en “Harper’s Monthly Magazine” marzo 1912, págs. 489-502. De este artículo se puede resumir lo siguiente:

«La expedición partió a comienzos de octubre desde Arequipa, con varios cientistas de fama, como el geógrafo [Isaiah] Bowman, pero solamente con dos alpinistas, H. Tucker y el propio Bingham. El prefecto de Arequipa puso a disposición del grupo al cabo Mariano Gamarra.

La ruta pasó por Víctor, Aplao, cañón de Majes y Chuquibamba. En este último lugar se unió al grupo el profesor Alejandro Coello, director del Colegio Nacional. Desde algunos altos puntos de observación y desde la pampa, Bingham llegó a la conclusión de que la mayor cumbre del Coropuna estaba en el sector norte del macizo, y al efecto partió con sus compañeros norteamericanos y peruanos hacia el lado este.3 Los pocos pobladores de la alta pampa del lugar contaron a Bingham una leyenda de un paraíso con flores, frutas, pájaros y monos que existía en la cumbre del Coropuna, paraíso hacia el cual partían las almas de los fallecidos. A los 4.300 metros empezó la verdadera ascensión, llevándose los equipos, incluyendo mucho pesado material científico, a la espalda o con ayuda de algunos pequeños caballos. Se puso un campamento a 5.300 metros, donde, según Bingham, “nos sorprendió y complació notar que teníamos buen apetito y nada de soroche”. El 12 de octubre Coello, Gamarra, Bingham y Tucker partieron en lenta marcha y alcanzaron los 5.600 metros, donde establecieron el campamento IV. Al día siguiente, después de siete horas de ascenso fácil, llegaron a la cima alta del Coropuna, en la cual hicieron cálculos con aneroide e hipsómetro, que indicaron que la altura (con correcciones posteriores) eran apenas era de 6.615 metros, muy por debajo de los 6.940 metros del Aconcagua. Al atardecer, el grupo descendió y llegó al campo base y luego a Chuquibamba, el 20 de octubre. La triangulación del Coropuna desde la pampa confirmó la altura medida en la cumbre, mediciones modernas del Instituto Geográfico Militar le dan ahora solamente 6.426 metros».

Cimas del macizo volcánico del Coropuna. Base cartográfica del IGN del Perú.


Con estas dos expediciones de 1911 al Coropuna entran, entonces, a los anales del andinismo peruano, y sudamericano, Ricardo Carpio, Alejandro Coello y Mariano Gamarra, más los cuatro porteadores de Miss Peck. Los investigadores andinistas deberían buscar mayor información que dé a conocer los nombres de estos cuatro valientes. Recuérdese que para esos años, el equipo era deficiente, que la mayor altura alcanzada en el mundo era solamente 7.117 metros (en el monte Trisul, del Himalaya central) y que aún hoy no se conocen los efectos de la altura sobre el hombre a más de 5.000 metros.

La expedición de Bingham trajo además, al Perú, otra repercusión de importancia. Bingham regresó al Perú poco tiempo después y con un pastor indio descubrió Machu Picchu.

Notas de Andes Info
1) Evelio Echevarría recibió una carta del hijo de Hiram Bingham en la que le pidió disculpas por el machismo de su padre.
2) Todo parece indicar que alcanzó las cimas de 6234 m y 6305 m indicadas en la cartografía del Instituto Geográfico Nacional (IGN) del Perú.
3) Es posible que quisiera escribir oeste en vez de este.
4) Evelio Echevarría mandó a José Martínez Hernández una nota manuscrita en la que tachaba de su artículo la palabra "descubrió" para sustituirla por "desenterró", seguramente para indicar que Machu Picchu ya se conocía desde mucho tiempo atrás.

Comunicaciones personales c.p. y agradecimientos
Evelio Echevarría Caselli, José Martínez Hernández

martes, 10 de noviembre de 2020

América. Andes. Evelio Echevarría. Obituario.

Evelio Echevarría. Foto Sevi Bohórquez.


En memoria de Evelio
Sevi Bohórquez

Evelio Echevarría Caselli murió pacíficamente, en su cama, acompañado por su familia, en su casa de Loveland (Colorado), a sus 94 años de edad, en la noche del jueves 29 de octubre de 2020. Le alegró ver a tiempo el artículo homenaje a su vida y obra publicado en la revista Peñalara.

Evelio, el menor de los seis hijos de José y de Virginia, nació en Santiago de Chile en 1926. A los 27 años emigró a los Estados Unidos de América, donde conoció a Edwina, se casó con ella en 1957 y tuvieron cuatro hijos. Trabajó para pagarse sus estudios universitarios, mantener a su familia, obtener un doctorado en Estudios Hispánicos. Desde 1964 impartió clases sobre literatura española y sudamericana, en la Universidad Tecnológica de Colorado, en Fort Collins, hasta su jubilación en 1997. Dedicó buena parte de su tiempo libre a la actividad montañera y a conocer cuanto estuviera relacionado con los Andes. Disfrutaba explorando, ascendiendo a cimas vírgenes, aún más cuando encontraba en ellas vestigios de ascensiones antiguas que le impulsaban a indagarlo todo acerca de quiénes las alcanzaron primero. Sobre su vida y afición andinista véase Evelio Echevarría Caselli, toda una vida dedicada al desafío de ascender montañas vírgenes.

La mente y el corazón de Evelio parecían irrigados por sangre humanista con valores del alpinismo tradicional, entre los cuales su generosidad destacaba. Dispuesto siempre a regalar el resultado de sus investigaciones, o bien documentos de su archivo, valoraba la conversación provechosa, agradecía mucho la revisión del resultado de sus indagaciones, deseaba la paz de la montaña, le molestaba el acoso publicitario telefónico y, sobre todo, le resultaba insufrible la bulla de la televisión o de la «música chicha» durante sus viajes. Preguntaba con la humildad propia del alumno que aprecia la respuesta del maestro. Admiraba el ingenio y el espíritu emprendedor de los bonachones y desenfadados norteamericanos, aunque le entristecía que la mayoría se dejara dirigir tanto por los medios de comunicación.

Lo dicho nada tiene de panegírico. Quienes tuvieran el privilegio de conocer a Evelio lo saben. A buen seguro no podrían añadir otros elogios merecidos si lo impidiera, como me ocurre ahora, la emoción del recuerdo de algún momento compartido con él.

Anécdota de un instante

En septiembre de 2000, desde la ventana de la casa de Evelio, en Fort Collins, veíamos revolotear los copos de nieve iluminados por la luz tenue anaranjada de las farolas cuando empezamos a preparar la cena. «Merecemos la nacionalidad argentina —le dije—, no paramos de hablar». Mi compañera Consuelo, que reía, como Evelio, respondió: «Es lógico, hace muchos años que sólo os comunicáis por carta». El tiempo pasaba volando al hablar con Evelio, que lo recordaba todo: localización, nombres, alturas… Aun así, me preguntó con su habitual modestia: «¿Cómo puedes manejar tanta cantidad de información y contestarme tan rápido? Tus cartas siempre me llegan muy pronto».

En ese momento sólo pude contestarle: «No merezco esa admiración amigo Evelio... ¡Quién tuviera tu portentosa memoria! La mía es ortopédica, tengo una computadora. Ya me gustaría retener en mi cabeza tantos datos como retienes tú. Me he acostumbrado a la comodidad informática, ahorra espacio, y tiempo cuando no me da problemas. No podría volver al método de las notas en fichas de cartulina».

Evelio madrugó para quitar la nieve de la acera y evitar que alguien resbalara frente a su casa, en Fort Collins. Foto Sevi Bohórquez, septiembre de 2000.


Para suerte de la historia andinista, Adams Carter, editor del American Alpine Journal, contaba con la amistad de Evelio, a quien confiaba la revisión de contenidos y animaba a escribir artículos que han facilitado y facilitarán futuras indagaciones sobre los Andes.

Impresionado cuando terminé de leer la primera galerada sobre Perú que me mandó Evelio, en 2017, de su obra The Andes: The Complete History of Mountaineering in High South America—, le telefoneé para devolverle la pregunta: «¿Cómo has podido manejar tanta cantidad de información con tus métodos antediluvianos?»

Espero conservar siempre su carcajada en mi memoria. Lástima que nuestro amigo dejara el mundo de los vivos sin ver impreso su último libro (Summit Archaeology), sobre ascensiones prehistóricas.

Para entender y valorar cómo trabajaba Evelio habría que retroceder al tiempo en que no disponíamos de ordenadores personales, o al menos ojear el librito de Umberto Eco Come si fa una tesi di laurea.

Con Evelio agradecido por una vida larga y feliz y por haber alcanzado tantas cimas andinas vírgenes superiores a 5000 metros, más que nadie hasta hoy, se reparte por la bóveda celeste el alma del último gran Andinista investigador de la era analógica, que nos deja el legado de su admirable obra.

Post data. Nota aclaratoria. Evelio a mediados de julio de 2002 se sometió a una cirugía por cáncer de colon, regresó a su casa el 27 del mismo mes. En septiembre, gracias a su fuerte constitución, cocinaba su propia comida y disfrutaba caminando con dos bastones. El 22 de octubre todavía podía caminar algo y recordaba incluso las alturas exactas de las cimas andinas. Véase además Alpinist 30 de marzo de 2021.

jueves, 5 de noviembre de 2020

Montaña. Historia. Realidad. Obviedades y duda.

Urriellu o Naranjo de Bulnes desde el canal del Camburero, la tarde del 9 de septiembre de 2020. Foto Sevi Bohórquez.


Historia y obviedades a recordar

Hace años un escalador español, con habilidad disuasoria, recomendó a otro —autor de una historia breve de la escalada, publicada en una revista de montaña—, que dejara «la historia para los historiadores». Ignoro el impacto de esta recomendación entonces, pero posiblemente hoy cayera en el ámbito escalador moderno como un minúsculo grano de arena en el desierto.

Con la acometividad del actual negocio de la información, favorecido por el afán individual de testimoniar, y por la creciente cantidad de eruditos noveles que regalan «sabiduría» en forma de refritos históricos, a través de los medios de comunicación, parece razonable que aumente nuestra tradicional desconfianza sobre la «historia» divulgada.

Si cotejar abundantes testimonios contradictorios publicados provoca esta desconfianza historiográfica, nuestro escepticismo crece al comprobar que alguien o algo divulga nuestros propios hechos desvirtuados por desmemoria, autopropaganda, complacencia u otras razones o intereses. No obstante, olvidamos esta decepcionante experiencia demasiado a menudo, solemos creer sin cuestionar cuanto leemos cuando nos faltan elementos de juicio. Soslayamos, así, que una crónica veraz registra los testimonios de la mayoría que participó en los hechos, sus coincidencias y diferencias. Olvidamos, entonces, la objetividad informativa. Esta objetividad, como sabemos, considera que el relato de una sola fuente relacionada con un acontecimiento de más participantes podría ser parcial o equivocada.

En cualquier caso, como las mentes vehementes nunca perdonan la desmitificación de sus ídolos, tampoco aceptan la corrección pública de incorrecciones en sus testimonios, ni toleran la honestidad de quien al contar la verdad lanza ingenuamente piedras al tejado de su propio ámbito, procede preguntarse: ¿cada montaña merece el registro de su historia montañera verídica, aparte de sus encantadoras leyendas o las de sus fantasmas?

Los hechos de una historia con muchas versiones tienen una realidad única, como la luz que colorea los fugaces momentos del día y sólo puede alterarse a través del color del cristal con que se mire. Reivindicar la realidad histórica requiere la generosidad de gastar tiempo en aclarar las inexactitudes publicadas, el cuándo y el cómo es cuestión de índole y talante. También exige compresión ante posibles respuestas airadas que, probablemente, contrastarán con las del espíritu escalador tradicional que agradece la claridad o la luz en las tinieblas.

miércoles, 12 de agosto de 2020

Andes. Evelio Echevarría. Artículos en revistas de la RSEA Peñalara y de la SE Miguel Iradier



Homenaje a Evelio y relevante hallazgo arqueológico

La revista Peñalara, de la Real Sociedad Española de Alpinismo, publica en su reciente n.º 572 (2020), un artículo de nueve páginas en homenaje a Evelio Echevarría con textos y fotos de Txomin Uriarte, José Martínez, Javier Sánchez, Carles Capellas, Josep Paytubí y, quien aquí suscribe, Sevi Bohórquez. Una ilustración de Enrique Martínez incluye una tabla con las principales primeras ascensiones de Evelio.

En el contenido del artículo destaca un relevante descubrimiento arqueológico, al que aludo a continuación porque ha pasado casi desapercibido en el ámbito andinista. Conviene considerar tal hallazgo en la lectura del capítulo «El montañismo del Perú», de Evelio Echevarría, publicado en la guía Cordillera Blanca, Escaladas:

Evelio, el mayor indagador sobre primeras ascensiones andinas, contestó sorprendido hace 21 años al andinista, fotógrafo y escritor de montaña Javier Sánchez:

«Tu carta del 18 de junio de 1999. Para mí ha sido la mejor carta del año y entre las más agradables que he recibido en toda la vida. No sólo por el triunfo en el Pico de la Fortuna [de la Cordillera de Santa Vera Cruz, de Bolivia] sino por todas las implicaciones, una de las cuales acaso tú no sospeches que existe [...] Efectivamente, quedé asombrado y tuve que afirmarme en la silla. Nadie sospechaba eso, y a la verdad, nadie lo espera. Te explico esto: hubo bastante montañismo religioso, una vez que los seres humanos dejaron de ser nómadas y se asentaron. Los incas y sus súbditos los cunzas o atacameños fueron los grandes de este alpinismo religioso, pues establecieron el récord de altura en el volcán Llullaillaco, de 6.739 m. Pero ahora con el descubrimiento de ustedes, la historia tendrá que cambiar. ¿Te das cuenta de las implicaciones que esto va a tener?»

Por la importancia de estas implicaciones, la revista de la Sociedad Excursionista “Manuel Iradier”, n.º 195, verano 2020, publica un artículo de seis páginas, «La Cordillera Santa Vera Cruz, Bolivia», con texto e ilustración de Evelio Echevarría y fotos de Javier Sánchez.

Portada de Peñalara

Sumario de Peñalara

miércoles, 24 de junio de 2020

Andes. Perú. Cordilleras Centrales. Cordillera Huarochirí o Pariaqaqa. Nevados Paca, Ñahuin Noroeste, Antachaire. Errores u omisiones. Parte II

Cimas del grupo glaciar llamado Yarumaría por las expediciones del DAV de 1966 y 1967, vistas desde el sureste. Foto Consuelo Amorós, 2019.

«Al César lo que es del César»
Viene de parte I

El problema mencionado por Evelio Echevarría sobre la enmarañada historia andinista de las Cordilleras Centrales del Perú lo causa, en buena parte, que varias montañas reciban diferentes nombres o alturas en los ámbitos cartográfico, serrano y andinista.

Ciertas expediciones confundidas por esa disparidad oronímica creyeron ser las primeras, segundas o terceras en alcanzar cimas que ya habían sido alcanzadas una o más veces. Algunas crónicas de esas ascensiones todavía requieren correcciones precisas en las publicaciones especializadas.

Aunque la complejidad añada la fascinación del misterio a las búsquedas de cimas vírgenes en la Cordillera Huarochirí, por fidelidad a los hechos históricos pretendemos señalar aquí, con detalles básicos, fines aclaratorios y sin ánimo de restar encanto, algunas de las consecuencias de que ciertas ascensiones merecedoras de reivindicación pasaran desapercibididas debido a dicho problema.




Primeras ascensiones a tres cimas de la Cordillera Huarochirí

Cordillera Central es un nombre relativamente reciente atribuido arbitrariamente a una de las cinco subcordilleras que componen las Cordilleras Centrales o Andes Centrales del Perú.

Las averiguaciones de campo de Evelio Echevarría y Alberto Murguía, andinista conocedor de la zona, indican que aquella Cordillera Central es llamada localmente Cordillera Huarochirí o Cordillera Pariacaca.

Quizá sea más correcto escribir Pariaqaqa en quechua normalizado, o Pariaccacca en quechua castellanizado.

El Nevado Paca

La vía de Conterno y Laumann al Nevado Paca (5600 m) del IGN peruano probablemente sea nueva, pero esta cordada no es la tercera que alcanzó la cima. Tampoco la primera ascensión al Nevado Paca es la de Carlos Callupe y Alberto Murguia en 2006, pues se trata con toda probabilidad de «la cúpula de hielo del Nevado Yarumario [Yaru María o Yarumaría] (ca. 5500m?)» alcanzada por Diegenhard Briegleb en 1927. Esta ascensión del solitario andinista austriaco residente en Lima está registrada en las anotaciones y en la obra de Evelio Echevarría; véase además AAJ 2016 p. 201 o versión web.

Los cuatro componentes de la primera expedición del Club Alpino Alemán (DAV) a la cordillera de Huarochirí, Alfred y Johanna Koch, Peter Gessner y Michl Steinbeis, fueron los segundos que alcanzaron esa cima (AAJ 1967 pp. 387-389), la nombraron Yarumaría I (5580 m), el 24 de junio de 1966.


Grupo de cimas del Suiricocha y Ñahuín desde el Este. Foto Consuelo Amorós, 2019.



El Ñahuin Noroeste

Por las regulaciones sobre el bautizo de relieves andinos, Beto Pinto no podrá dar su propio nombre a la cima más septentrional del Nevado Suiricocha. Aunque la vía del activo buscador de cimas y caras vírgenes peruano sea en gran parte nueva, tampoco podría atribuirse la primera ascensión a la cima. El profesor alemán Olaff Hartmann alcanzó esa cima, el 25 de septiembre de 1965, la nombró Nahuín Noroeste (5513 m) cuando lo comunicó a Evelio Echevarría.

También alcanzaron la misma cima Alfred Koch, Peter Gessner y Michl Steinbeis (AAJ 1967 pp. 387-389), mantuvieron el nombre Nahuin NW (Ñahuín Noroeste 5580 m), el 15 de junio de 1966.


Cima principal del Antachaire desde el sureste. Foto Consuelo Amorós, 2019.


El Nevado Antachaire

Tal vez sea nueva vía la de Beto Pinto, Guy Fonck y Malu Espinosa a la cima Oeste del Antachaire, aunque no se trata de la segunda ascensión a la cima. Acerca del Nevado Antachaire conviene aclarar al menos cinco cosas:

1) «Nevado Antachaire» es el nombre atribuido por el Instituto Geográfico Nacional (IGN) peruano a las tres cimas centrales del macizo glaciar que se extiende desde el Nevado Paca, hacia el sureste, hasta el llamado Tranka (5370 m) por la expedición alemana de 1967. El añadido ordinal «III» que refiere a la cima principal es arbitrario.

2) Las expediciones que alcanzaron esa cima III refirieron a ella con nombres distintos al oficial.

3) La expedición del DAV de 1966 que alcanzó esa cima III no refirió a ésta como una cima del «Yarumaría», porque la consideró aparte de su cimas vecinas orientales.

4) Esa misma cima III fue alcanzada también por la expedición del DAV de 1967.

5) Probablemente la expedición suiza de 1974 (AAJ 1975 p. 169) alcanzó esa cima III, por nueva vía, y se atribuyó la cuarta ascensión. Debido a la confusión de nombres y alturas de las elevaciones de esa zona, resulta aventurado afirmar incluso que no fue la misma cima alcanzada en 1970 por nueva ruta atribuida por Echevarría al grupo de Hubert Adams Carter. Cuando conozcamos el recorrido de las vías suiza y norteamericana (salvo que ésta fuera error) podremos asegurar si es nueva la de Pinto, Fonck y Espinosa.

Fuentes, comunicaciones personales y agradecimientos: véase Cordillera de Huarochirí partes I y II

martes, 23 de junio de 2020

Andes. Perú. Cordilleras Centrales. Cordillera Huarochirí o Pariaqaqa. Nevados Paca, Ñahuin Noroeste, Antachaire. Errores u omisiones. Parte I

Nevado Antachaire (ca. 5650 m) de la Cordillera de Huarochirí o de Pariaqaqa. Andes Centrales del Perú. Foto Consuelo Amorós, 2019.


La búsqueda de cimas vírgenes y méritos

Indagar acerca de cimas vírgenes forma parte del estimulante conjunto de aventuras que incluyen los viajes, los ascensos y los descensos. Todo, desde la búsqueda documental hasta el regreso a casa con la cima intentada o alcanzada, constituye un enriquecedor sistema de experiencias que moldea nuestras aptitudes y futuras actitudes.

Si anteponemos a los méritos la satisfacción de poder elegir la vía factible o lógica entre las dificultades, o entre los peligros intuibles que pueda presentar la cara de una montaña nunca escalada, mientras asumimos los riesgos y la incertidumbre de los imponderables, apenas debería decepcionarnos descubrir luego que alguien sintió lo mismo en ese mismo lugar antes que nosotros o que alcanzó la cima que creíamos virgen. Esto puede parecer demasiado idealista e incluso ridículo en una sociedad esclavizada por su noción del éxito, inducida por lo general a valorarlo todo desde el punto de vista económico.

Pareciera que la sociedad actual naufragara todavía más que aquella que nos impulsaba en el siglo XX hacia universos orográficos, en los que buscábamos aventuras, motivados por recuperar valores humanos, destrezas o cualidades perdidas. Aun con este antiguo espíritu idealista, no obstante, al regresar de los altos lugares notábamos, debido al paso del tiempo en el entorno urbano, cuánto nos influenciaba la dinámica social. Nos empujaba con intensidad al notar nuestra escasez de recursos económicos para escalar montañas lejanas. Estas en mi caso me atraían menos por su altura que por su belleza, su inaccesibilidad o por algo ajeno a mi entendimiento. Admitíamos entonces con cierta turbación anímica la conveniencia de presentar nuestros méritos ante quienes, a cambio de las actividades que patrocinaban, exigían rentabilidad tangible o intangible además de exhibición popular.

A causa del mundano requisito de un historial deportivo destacado, que deseado a cualquier precio en este nuevo milenio socava cada día más la honestidad, principal valor del espíritu alpinista desvanecido entre los enjambres de individuos ávidos de reconocimiento social que acuden ahora como autómatas a las montañas, conviene reivindicar antiguos méritos ignorados aclarando «la importante verdad de los sucesos», sin ambages, porque la sabiduría asume que «errar es de humanos» emprendedores.

Continúa en parte II

viernes, 5 de junio de 2020

Euskadi. Ángel Landa Bidarte. Fallecimiento.

Pedro Udaondo y Ángel Landa (derecha) formaron una de las cordadas más brillantes de la época clásica de nuestro alpinismo. Foto Archivo P. Udaondo.

Desnivel.es 2 junio 2020, ha publicado sobre Landa: «Más allá de nuestras fronteras, fue el director técnico de la expedición vasca a la Cordillera Blanca de 1967, en la que se lograron las primeras nacionales de montañas como el Atunrraju (5987 m) y el Uchurraju (5600 m)». Véase además en Desnivel.es 3 agosto 2009 el artículo «Ángel Landa. Alpinismo, escuela de vida»
Ha muerto el Alpinista vasco Ángel Landa

La expedición vasca de 1967 a la Cordillera Blanca alcanzó tres cimas vírgenes del macizo glaciar del Chinchey. Sus componentes respetaron los nombres quechua de las cimas recogidos por Evelio Echevarría.

Desde la izquierda Uchuraju, Ayucaraju, Jatunraju y Nevado Chinchey. Foto Sevi Bohórquez.


La cima del Uchuraju (5450 m) fue alcanzada por su cara oeste, y la parte final de la cara norte, el 17 de junio de 1967 por Ángel Landa Bidarte, Francisco (Pako) Lusarreta Grumeta, Luis María Sáez de Olazagoitia y Juan María Feliú.

La cima del Ayucaraju (5647 m), probablemente Allaucaraju, escrito Ayucuraju en Mendiak n.º 6, 1985, fue alcanzada por su cara noroeste y la parte final de su cara noreste el 30 de junio de 1967 por Rodolfo Kirch Ugarte, Ángel Landa Bidarte, Ángel Vallejo Rosen, Pako Lusarreta Grumeta y Luis M. Sáez de Olazagoitia.

La cima del Atunraju (5987 m), nombrado también Hatunraju y Jatunraju, fue alcanzada por su cara suroeste y arista sur el 20 de julio de 1967 por Juan Ignacio Lorente Zugaza, Ángel Vallejo Rosen, Rodolfo Kirch Ugarte, Pako Lusarreta Grumeta, Luis M. Sáez de Olazagoitia, Ángel Landa Bidarte y Juan María Feliú.

La expedición vasca contó con los porteadores ancashinos Antonio Vargas Fabián, de Unchus, y Felipe Mautino Alvarón, de Marian, y con la amable acogida de la comunidad de Vicos.

Ángel Landa siempre será referente, escalador de la vieja escuela, abrió y escaló vías difíciles en tiempos difíciles con un espíritu de Alpinista casi extinto en este milenio. Descansa en paz en la cumbre más bella del cosmos.





Ángel Landa en la cumbre del Naranjo de Bulnes, junto a Pedro Udaondo, en 1956, tras culminar la primera ascensión invernal.
Foto (izquierda) Archivo P. Udaondo.


Los siete componentes de la primera expedición vasca a los Andes de Perú, en 1967. Ángel Landa, sentado, primero por la izquierda. Foto colección Exp. vasca Perú 67.


Comunicaciones personales y agradecimientos
Luisa Alonso Cires, Ricardo Hernani, Antxon Iturriza y la revista Pyrenaica

viernes, 22 de mayo de 2020

Andes. Perú. Cordillera Blanca. Nevado Putaca o Putca. Putka Chico. Ascensión de Proaño y Bustamante. Parte IV

Unidas por una arista curvada hacia el noreste, las Agujas Nevadas I (5840 m), II o Central (5886 m) y III (5775 m) a la derecha. Foto Sevi Bohórquez, 1988.

En la Parte III nos preguntábamos al final: ¿alcanzaba aquella arista curvada alguna cima señalada con nombre propio y altura concreta en la cartografia? Aquí pretendemos aclararlo averiguando si dos expediciones alcanzaron el mismo pico, le dieron distinto nombre y su cima coincide con la del Putka Chico o Putaca Suroeste.
La Aguja Nevada Chica y la Agujita

Si consultamos suficientes documentos divulgados hasta 1975 sobre las cimas que aquí nos interesan, y no acabamos ingresados en un hospital psiquiátrico por sobredosis de datos confusos o contradictorios, colegiremos que los suizos Hans Frommenwiler y Erich Haltiner subieron en 1959 desde la laguna de Parón al collado oeste de la Aguja Nevada I y alcanzaron la cima de la Aguja Nevada Chica (ca. 5500 m) por su arista norte. Este mismo recorrido, aunque con variantes o atajos, fue el de los polacos Jurkowski y Gutkowski que en 1973 nombraron Agujita —de 5500 m en la revista Taternik y de 5450 m en American Alpine Journal (AAJ)— la misma cima o, probablemente, otra algo más baja en la arista norte del mismo pico.

Cuando observamos este pico desde enfrente vemos que tiene dos cimas, sin cotas ni nombres en la cartografía oficial. La más alta, con 5560 m en la carta germana, está al suroeste de la otra más próxima al collado de la Aguja Nevada I. Esta otra, la más baja, imperceptible en esa cartografía, tal vez sea la Agujita escalada por la cordada polaca e incluso podría ser la misma cima de 5500 m alcanzada ocho años antes por la expedición de la sección de Monza del Club Alpino Italiano. Ambas cimas están alejadas, al noreste, del Putka Chico escalado en 2019 por la cordada ecuatoriana. Acerca de la pregunta inicial podemos responder entonces que la arista curvada por donde escaló el Grupo de Múnich de 1955 lleva a la Aguja Nevada Chica de 5560 m.

Para nuestro propósito tal vez sea irrelevante averiguar ahora si la cordada polaca continuó hasta esta cima suroeste. Al aceptar tan soslayable incógnita, el asunto parece concluido. Sin embargo, al confrontar aquellas conclusiones con la información publicada después por nuevas fuentes surgirán ciertas dudas. Los polacos Adam Zyzak, Michal Kulig y Ryszard Pawlowski ¿alcanzaron en 1978 una Agujita distinta que la de sus compatriotas?

El cordal montañoso de las Agujas Nevadas y la laguna de Parón vistas desde el noreste. Foto Sevi Bohórquez, 1998.


¿La misma Agujita en distinto lugar?

Encontramos una pista sobre la localización de esta desconcertante Agujita en la Revista Peruana de Andinismo y Glaciología (RPAG), que publicó la nota que recibió de «los miembros del “Akademick Klub Alpinistyczny Katowicach”»: «29 VIII [1978] Kulig[,] Pawlowski y Zyzak subieron Aguja Nev II por cresta sur, nueva ruta con segunda ascensión a Agujita 5600 m. conquistada por polacos en 1973 y con vivac en descanso». ¿Deberíamos entender «ascensión a Agujita […] en descenso»?

La RPAG indica en otro párrafo el itinerario del trío polaco: «La cresta hasta plateau es poco difícil pero más arriba muy difícil. Toda la ruta sube sobre el filo de la cresta o algunos metros a derecha este. Parece, que la parte inferior puede servir como mejor modo de descenso de Agujita y plateau de Ag. Nevada II». En la hoja gráfica entre las páginas 36 y 37, la fotografía B-3 muestra las Agujas con un pie de foto equivocado: «Desde la Pirámide, Adam Zyzak de Polonia, tomó esta foto del sistema occidental de las agujas de Parón. Por la izq. la cresta sur de la Aguja Nevada II, Agujita y Aguja Nevada I».

De todas formas, incluso corrigiendo el orden de estos nombres, resulta difícil discernir cuál de las cimas menores es la Agujita en la imagen. Si entendemos que esa Aguja Nevada II es en realidad la Aguja Nevada I, tendría más sentido que el trío polaco al bajar de ésta fuera hacia la Agujita escalada por sus compatriotas cinco años atrás.

La duda sobre la localización de esta Agujita se aclararía en una escueta nota del propio Zyzak, publicada en AAJ, 1979 p. 237, con algunos datos distintos sobre su escalada de 1978: «El 28 de agosto, Kulig, Pawilowski y yo, después de una escalada de nueve horas desde el campamento a 15,750 pies [4800 m], alcanzamos la cumbre de la Aguja Nevada I (19,160 pies) [5840 m] por una nueva ruta en el espolón sur, comenzando desde el lago Parón y cruzando la Agujita, escalada por polacos en 1973. En la prolongación del espolón escalamos la pirámide cimera directamente. Vivaqueamos en el descenso». Nótese que «cruzando la Agujita» quizá pueda significar que atravesaron por una parte baja de ella, no que alcanzaran su cima.

El Cerro Parón y las cimas del cordal montañoso hasta el collado suroeste de la Aguja Nevada I vistas desde el sureste. Foto Sevi Bohórquez, 2009.


La Agujita 31 años después

La localización de la Agujita es distinta en el volumen IV de la enciclopedia Wielka, que incluye las cimas del Nevado Putaca (P 5585 m) en el cordal de los Aguja e indica donde está la Agujita: «Aguja Nevada (5886 m; mapa p. 146), macizo glaciar en los Andes peruanos, en la parte central de la Cordillera Blanca, en una cresta lateral que separa el valle de Parón en el sur del valle de Santa Cruz en el norte. Culmina en los siguientes picos, sucesivamente desde el oeste: P 5585 m, A.N. Chico (5560 m), A.N.I (5840 m), A.N.II (5886 m) y A.N.III (5575 m). La difícil de alcanzar Agujita (5550 m) se eleva en la cresta del lado sur de A.N.III.»

La enciclopedia polaca considera, pues, que la Aguja Nevada Chica alcanzada por los suizos es distinta que la Agujita escalada por Jurkowski y Gutkowski, le otorga a ésta 50 o 100 metros más —según se consulte Taternik o AAJ—, pero la ubica muy distante, al noreste: entre las Agujas Nevadas II y III. De cualquier manera aludida, siempre se trata de la misma Agujita escalada en 1965 y situada justo a la izquierda de la Aguja Nevada I. Comprendamos, al respecto, que cuando gestionamos demasiados datos es fácil escribir algo distinto a lo que deseamos, y rara vez detectaríamos nuestras propias equivocaciones por mucho que releyéramos el texto.

Las indagaciones para esclarecer lo relacionado con ascensiones en el cordal de las Agujas Nevadas no se agotan aquí. Notemos sólo, para terminar, que en lo divulgado por la expedición italiana de 1965 parece claro que alcanzó, desde la Quebrada de Parón, la cumbre del Nevado Putaca (5585 m) y lo nombró «Nevado Città Sesto San Giovanni». Queda por averiguar si llamó Nevado Claudio (5500 m) al P 5560 —alcanzado seis años antes por los suizos— o si fue a la Agujita escalada por los polacos en 1973. Viene al caso recordar que estos últimos nombres italianos, como los de la expedición española de 1961 para otras cimas andinas, fueron bautizos reprobados, con bastante franqueza, por defensores de la toponimia autóctona como John F. Ricker y Hubert Adams Carter cuando dirigía el American Alpine Journal.

Moraleja

Con todo lo expuesto, nuestra intención ha sido mostrar, por un lado, que al desdeñar la información antigua y dar por válida la moderna podemos equivocarnos y, por otro, lo engorroso de algunas indagaciones cuando los datos sobre una cima o una ascensión son contradictorios en distintos documentos. Estos problemas, a veces irresolubles por falta de fuentes fiables, dificultan y enlentecen la edición de una noticia en una revista especializada, de una simple nota en un anuario alpino, de un registro en una guía o del texto de un libro. En fin, conviene recordar que sólo un par de fuentes secundarias consultadas podrían ser insuficientes para atribuir hoy una primera ascensión andina y, dar ésta por válida, quizá fomentara una creencia errónea que al cabo de los años resulte imposible o indeseable corregir.

Comunicaciones personales y agradecimientos
Hermann Huber (Alemania); Felipe Proaño (Ecuador); Mario Cossa y Mario Beretta (CAI Monza); Carles Capella y equipo del Servei Gral. d'Informació de Muntanya/>
Principales fuentes consultadas
Alpine Journal.
American Alpine Journal.
Berge der Welt, vol. 13. 1960/61. p. 173 y Mountain World, (versión inglesa), pp. 175-178.
Die Alpen (Le Alpi, Las Alps), Revista del Club Alpino Suizo, 1er trim. Año 36, 1960, pp. 41-62.
● Fantin, Mario. Alpinismo Italiano nel Mondo. Tomo II. Torino; Milano: Club alpino italiano-Commissione centrale delle pubblicazioni (CAI-CCP), 1972, pp. 685-686, 707.
● Fantin, M. Pioneri ed epìgoni italiani sulle vette di ogni continente. Italia: misma editora, 1975.
● Fantin, M. Le Ande. Italia: misma editora, 1979.
Journal Swiss Foundation for Alpine Research. Zürich: 1959, vol. 2, n.º 7, pp 70-74.
Lo Scarpone. Revista del Club Alpino Italiano. Milano: CAI, año 35, nº 14, 16 de julio de 1965.
Revista Peruana de Andinismo y Glaciología, nº 13, 1978-1979, pp. 14, 36-37.
● Ricker, John F. Yuraq Janka. 1977, pp. 70-73.
● Societa Alpinisti Tridentini. Nevado Caraz. Trento: Editrici Temi, 1972.
Taternik, nº 1, 1974, p. 17; nº 2, 1985, p. 64.
● Kiełkowski, Jan y Kiełkowska, Małgorzata. Wielka Encyklopedia Gór i Alpinizmu Tom IV. Polonia: Stapis, 2009. ISBN: 978-83-61050-09-4

Cartografía
● BORCHERS, Philipp (editor). Cordillera Blanca y el Callejón de Huaylas (Perú) Parte Norte 0/3a (DÖN). E.1:100.000. Munich: Klein & Volbert, 1935 y facsímil 1988.
● Alpenvereinskarte Cordillera Blanca Nord (Perú) 0/3a. E.1:100.000. Insbruck: Oesterreichischer Alpenverein, 2000.
● Hojas 18-h Corongo y 19-h Caraz. E 1:100.000. Lima: Instituto Geográfico Nacional del Perú, reimpresión de 1996.
● Map 2. E 1:100.000. En RICKER, John F. Yuraq Janka. A Guide to the Peruvian Andes, Part I. Cordilleras Blanca and Rosko. Banff: Canadian Alpine Club. New York : American Alpine Club, 1977.

viernes, 15 de mayo de 2020

Andes. Perú. Cordillera Blanca. Nevado Putaca o Putca. Putka Chico. Ascensión de Proaño y Bustamante. Parte III

Cima del Cerro Parón (5325 m), con el Putka Chico (5380 m) detrás y parte del Nevado Putaca (Putca, Putka o P 5585 m) a la derecha. Foto Iñaki San Vicente, 1988.

Todavía generan confusión las contradicciones o datos erróneos publicados, aparte de los ya mencionados en Parte II, sobre ciertas ascensiones e intentos en los picos de la divisoria que se extiende al suroeste de las Agujas Nevadas de la Cordillera Blanca peruana. Son datos paradigmáticos, revelan el grado de conocimiento de quienes comunicaron acerca de tales actividades andinistas, de quienes escribieron después libros, del autor de una guía de referencia o de la picaresca de quienes la plagiaron y, en particular, de cuánto cuesta a veces averiguar quién alcanzó primero cierta cima. Como leer una retahíla de pruebas sobre lo dicho aburriría bastante, incluso disgustaría, sólo referiremos aquí a lo esencial de los intentos y ascensos que ayudarán a distinguir las cimas que podrían confundirse con las del Putka Chico.

Ascensiones pioneras en las Agujas Nevadas o Nevados Aguja

Aunque los alpinistas germanos Erwin Hein y Erwin Schneider llegaron a la laguna de Parón en agosto de 1932, las primeras ascensiones en la vertiente norte de la Quebrada de Parón fueron documentadas por el «Grupo de Munich de 1955» compuesto por Hermann Huber, Alfred Koch, Helmut Schimidt, Heinz Grald y los porteadores ancashinos Pedro Méndez y Guillermo Morales. The American Alpine Journal publicó al año siguiente, entre otra información, acerca de la actividad del grupo: «Atacaron después la torre de sólido granito, el Nevado Agujas (5550 m).1 Este ascenso falló a unos 260 m de la cumbre en la tarde del 26 de junio por dificultades para escalar. Giraron al cercano Cerro Parron, cuya cima de 5324 m alcanzaron a las 5:30 de la tarde». La rigurosa guía de John Ricker, Yuraq Janka, registró veintidós años después el mismo intento pero en distinta cima:2
Huber llamó al pico "Co. Parón"*. Lo escaló desde el final oeste de la Laguna Parón después de un infructuoso intento en P 5585m.
Este intento, anecdótico dentro de la notable actividad andinista del grupo bávaro ese año 1955 en las cordilleras norteñas peruanas, tiene hoy cierta relevancia por su relación con cuanto intentamos aclarar y, como veremos más adelante, porque podría servir de muestra de mencionados cambios en la mentalidad andinista.

Alfred Koch (arriba) y Heinz Grald fotografiados por Hermann Huber, el 26 de junio de 1955, mientras escalaban la arista SE de la cima al oeste del collado de la Aguja Nevada I.

Recordemos que los Nevados Aguja de la cartografía de la Sociedad Alpina Alemana y Austriaca (DÖAV) abarcan todas las cimas entre el collado noroeste del Cerro Parón y el collado suroeste del primer Nevado Caraz. Por esto, por las referencias contradictorias sobre dicha cima intentada —5550 m en la nota de AAJ y 5585 m en la guía Yuraq Janka— y por la rapidez con que los bávaros alcanzaron la cumbre del Cerro Parón, parecía lógico pensar que habían escalado en una de las aristas orientales de los Nevados Putaca de la cartografía peruana. Así pues, sólo Huber, el único alpinista vivo de los cuatro, podría aclarar ¿por cuál arista escalaron y qué cima intentaron alcanzar?

Hermann Huber, consultado el 28 de abril de 2020, explicó:
En aquella época no había carretera desde Caraz a la quebrada de Parón. Resultaba difícil incluso llegar a la laguna que obstruía el paso hacia los nevados que cerraban la quebrada. Estábamos hambrientos, esperando que Pedro Méndez nos trajera la comida con los burros. Así que mientras esperábamos decidimos escalar, directamente desde nuestro campo base en la orilla oeste de la laguna, la arista que baja curvada hacia el sur y situada más al oeste del col de la cadena de la Aguja Nevada. Nos gustaba ver allí aquel granito de calidad y fuimos a probarlo. Abandonamos la escalada por falta de medios adecuados y porque íbamos lentos por la dificultad para escalar algunas placas rocosas con nuestras anchas botas, pensadas para un pie con dos o tres calcetas, fabricadas a mano por un conocido zapatero de Munich. Mis botas con suela de goma profilada y juego de Tricouni, regalo de mi padre, las regalé a mi querido ayudante Guillermo Morales antes de volver a Baviera. Desde la arista mirábamos hacia el pico de granito, el Cerro de Parón, algo lejano al oeste, y decidimos abandonar la arista para ir a escalarlo.
Cuando descendieron de aquella arista, ese mismo día atravesaron hacia el oeste. Por incómodas pedreras inclinadas llegaron al collado más al suroeste de los referidos Putaca, menos cercano que cuanto anotaron las publicaciones. Desde aquí escalaron la arista noroeste del Cerro Parón y, en efecto, alcanzaron su cumbre sobre las cinco y media de la tarde:3
No estimamos bien la distancia ni el tipo de terreno, así logramos la cumbre tarde y cansados. La larga travesía por las pedreras y el descenso entre las plantas de ichu (esparto andino), por la noche, sin lámparas frontales, fue una tortura especial aunque recompensada por un día memorable.4
Queda claro, pues, que el grupo de Múnich no «intentó» alcanzar la cima del Nevado Agujas ni tampoco del P 5585 m.

Entonces, aquella arista curvada ¿alcanzaba alguna cima señalada con nombre propio y altura concreta en la cartografia?




Alfred Koch en la arista SE al oeste del collado (visible a la derecha) de la Aguja Nevada I. Foto Hermann Huber.
Continúa en Parte IV

Notas
1 The American Alpine Journal 1956, p. 131.
2 Yuraq Janka, publicada en 1977, es la guía de referencia más rigurosa y exhaustiva sobre primeras ascensiones en la Cordillera Blanca.
3 Hora crepuscular en estas latitudes.
4 Esta aventura de ida y vuelta al campo base de la laguna de Parón en un sólo día, por terreno nunca hollado y con la indumentaria de entonces, indica cualidades físicas y alpinísticas propias de los mejores de sus generación.

Cartografía consultada
● BORCHERS, Philipp (editor). Cordillera Blanca y el Callejón de Huaylas (Perú) Parte Norte 0/3a (DÖN). E.1:100.000. Munich: Klein & Volbert, 1935 y facsímil 1988.
● Alpenvereinskarte Cordillera Blanca Nord (Perú) 0/3a. E.1:100.000. Insbruck: Oesterreichischer Alpenverein, 2000.
● Hojas 18-h Corongo y 19-h Caraz. E 1:100.000. Lima: Instituto Geográfico Nacional del Perú, reimpresión de 1996.
● Map 2. E 1:100.000. En RICKER, John F. Yuraq Janka. A Guide to the Peruvian Andes, Part I. Cordilleras Blanca and Rosko. Banff: Canadian Alpine Club. New York : American Alpine Club, 1977.

Comunicaciones personales y agradecimientos
Agradecemos la colaboración de Hermann Huber

martes, 12 de mayo de 2020

Andes. Perú. Cordillera Blanca. Nevado Putaca o Putca. Putka Chico. Ascensión de Proaño y Bustamante. Parte II

Cerro Parón, Nevados Putaca, Putca o Putka, Agujas Nevadas, Nevados Caraz y Artesonraju. Vista aérea sobre la Quebrada Huancotepampa o Wanqotepampa. Foto Sevi Bohórquez.

A veces resulta más fácil escalar una montaña que averiguar su nombre o quién alcanzó antes la cima. Viene de Parte I
Cimas y nombres de la Quebrada de Parón en la cartografía

Las cimas que aquí nos ocupan se elevan sobre la línea divisoria montañosa que vierte las aguas de sus glaciares a las quebradas Huancotepampa (Wanqotepampa) y Santa Cruz por su lado norte, y hacia la vertiente sur por la Quebrada de Parón. Los nombres y las alturas de estas cimas varían según se consulte la cartografía austroalemana o la peruana oficial.

Resulta difícil saber si el nombre «Nevado Putaca» fue asignado, en las hojas Corongo y Carhuaz del Instituto Geográfico Nacional del Perú (IGNP), al Cerro Parón —apodado La Esfinge (5325 m)— o a las cimas que van desde este cerro hasta los Nevados Aguja.1 Tal vez por esta segunda posibilidad J. Fernández usó el nombre «Nevado Putaca Sur» (5337 m), en vez de Cerro Parón, cuando dibujó el Mapa índice de lagunas de la Cordillera Blanca para Electroperú en 1974.

La carta Cordillera Blanca elaborada por la expedición germano austriaca de 1932 —anterior a la publicación de las aludidas hojas del IGNP— no asignó nombres a ninguna de esas cimas, salvo el de Aguja Nevada en la de 5886 m. Esto mismo ocurre en los croquis de cordales incluidos en la guía de John F. Ricker, Yuraq Janka, que tienen alturas compiladas de las cartografías peruana y germana, con toponimia por lo general autóctona y el aviso: «Los nombres de lugares en el valle de Parón aún necesitan confirmación. Los nombres Putaca, Chekchiqolka, Parajo y Paria son nombres no ubicados que se usan comúnmente para referirse a los picos en el Valle de Parón».

El orónimo «Nevado Putaca» en las hojas Corongo y Carhuaz (unidas) del Instituto Geográfico Nacional del Perú.


El nombre Agujas Nevadas abarca, curiosamente, todas las cimas desde el collado SO del Nevado Caraz I hasta el collado NO del Cerro Parón en la edición moderna de dicha carta germana, la Alpenvereinskarte Cordillera Blanca Nord (Perú) 0/3a.

Aun con sus discrepancias oronímicas, toda la cartografía aquí referida tiene algo en común: ninguna señala la cima hollada por los escaladores ecuatorianos, Proaño y Bustamante, en agosto de 2019. Esta cima, llamada Putka Chico por algunos lugareños, incluido Rigoberto Ángeles —antiguo guardián de Electroperú en la laguna de Parón—, es la del aludido «Putaca Chico» en la página 179 de la guía Cordillera Blanca, Escaladas.

El nombre Agujas Nevadas en la edición moderna de la Alpenvereinskarte Cordillera Blanca Nord (Perú) 0/3a.



El orónimo Putaca

El orónimo «Putaca» es desvirtuación de la palabra quechua putka. La carencia original de grafía de las lenguas quechuas, o quichuas, ha propiciado abundantes vocablos y expresiones con transcripción anómala en distintos idiomas. A veces recurrimos a una vocal epentética, entre dos consonantes, para pronunciar bien alguna palabra quechua. Una de éstas es putka, castellanizada «putca», que puede significar `fangoso´, `barroso´ o `lodoso´.

Encontramos, por ejemplo, el nombre Cerro Putca en la hoja 24-k Matucana del IGN peruano.
Recordemos que «-raju» viene de rahu y puede significar `montaña nevada´, `nieve´ y también `hielo´. En la oronimia andina se usa por lo común «nevado» para referir a montañas cubiertas de nieves perpetuas. Así, el orónimo Putkarahu, o su versión castellana «Putcaraju», podría significar `nevado barroso´.


La reivindicación del nombre nativo

La cordada ecuatoriana está de acuerdo con la reivindicación del nombre autóctono Putka, bien sea acompañado de la orientación de la cima, Suroeste respecto a su nevado principal, o del adjetivo Chico. Aunque en última instancia será cometido de las autoridades geográficas peruanas.

Queda despejar ahora la dos dudas planteadas al principio de la Parte I: si el grupo de Munich de 1955 intentó escalar el mismo espolón que el par ecuatoriano y si los polacos Witold Jurkowski y Roman Gutkowski llegaron en 1973 a la misma cima.

Continuará en Ascensiones pioneras en las Agujas Nevadas o Nevados Aguja

Notas
1 Consideremos que las hojas 18-h Corongo y 19-h Carhuaz, a escala 1:100.000, que abarcan la quebrada de Parón fueron levantadas por el Instituto Geografico Militar del Perú, entre 1970 y 1971, por métodos estereofotogramétricos (A-8, B-8) de fotografías aéreas tomadas de 1962 a 1963 con clasificación de campo de 1968, 1969 y 1973 y escala de compilación 1:25.000.

Cartografía consultada
● BORCHERS, Philipp (editor). Cordillera Blanca y el Callejón de Huaylas (Perú) Parte Norte 0/3a (DÖN). E.1:100.000. Munich: Klein & Volbert, 1935 y facsímil 1988.
● Alpenvereinskarte Cordillera Blanca Nord (Perú) 0/3a. E.1:100.000. Insbruck: Oesterreichischer Alpenverein, 2000.
● Hojas 18-h Corongo y 19-h Caraz. E 1:100.000. Lima: Instituto Geográfico Nacional del Perú, reimpresión de 1996.
● Map 2. E 1:100.000. En RICKER, John F. Yuraq Janka. A Guide to the Peruvian Andes, Part I. Cordilleras Blanca and Rosko. Banff: Canadian Alpine Club. New York : American Alpine Club, 1977.

sábado, 25 de abril de 2020

Andes. Perú. Cordillera Blanca. Nevado Putaca o Putca. Putka Chico. Ascensión de Proaño y Bustamante. Parte I

Nevado Putka Chico (5380 m) con la vía de Proaño y Bustamente en el espolón sureste. Foto, Sevi Bohórquez, 1988. Línea, Felipe Proaño. Pulse en la imagen para aumentarla.


Sobre una cima ignorada del Nevado Putka

El 27 de agosto de 2019, Felipe Proaño y Simón Bustamante alcanzaron un pico de 5380 m justo al norte del Cerro Parón (La Esfinge, 5325 m) de la Cordillera Blanca peruana. La cordada ecuatoriana consideró virgen el pico, sobre el que había indagado y donde no encontró vestigios de ascensiones anteriores. Ambos compañeros entendieron que habían escalado hasta la cima occidental del nombrado Nevado Putaca en la cartografía oficial. Como en la lengua quechua el sufijo -raju significa `nevado´, comunicarían luego que habían escalado el «Putacaraju Oeste» sin pensar en las connotaciones de tal nombre.

En el ámbito andinista, no obstante, sorprende cualquier hallazgo reciente de cimas vírgenes superiores a 5000 m en las cordilleras del norte del Perú. Surgen dudas debido al triple par de problemas que dificulta la tarea de averiguar si tales elevaciones fueron alguna vez holladas. Así, al analizar lo publicado acerca de las ascensiones en el cordal montañoso donde se alza el pico, podría quedar confuso, por ejemplo, si el grupo de Munich de 1955 intentó escalar el mismo espolón que el par ecuatoriano y si los polacos Witold Jurkowski y Roman Gutkowski llegaron en 1973 a la misma cima.


Proaño encabeza el cuarto largo, en los agradables tramos semiverticales del espolón SE del Putka Chico. Foto, Simón Bustamante. Pulse en la imagen para aumentarla.


La escalada de Proaño y Bustamante

Felipe Proaño Iturralde (31 años) y Simón Bustamante Andrade (19 años) estaban sorprendidos la mañana del 25 de agosto de 2019 en la cima del Cerro Parón, habían escalado la vía de 1985 de la cara oriental en tan sólo cuatro horas y dieciseis minutos. Proaño, escalador profesional, autor de la guía Rutas de Escalada en Ecuador, relataría luego que miraron hacia el norte atraídos por la cima nevada más próxima:
Oculto a mano izquierda, ignorado frente a la presencia de formaciones de mayor magnitud y dimensiones, veíamos el pico al suroeste del Nevado Putaca […] Aún disponíamos de dos días y medio para escalar.
Sólo tenían emprotradores y friends, no llevaban material de percusión, nada semejante a clavos o buriles, porque no estaba en sus planes abrir rutas en la Quebrada de Parón. Sin embargo, cuando regresaron al campo base divisaron una posible vía de escalada, poco compleja, con posibilidades interesantes, por el espolón E hasta la cima nevada. Sin poder resistir la tentación se dirigieron al espolón esa misma tarde:
Asumiendo los riesgos de la incertidumbre, a mediodía avanzamos hacia su terreno vertical. Escalamos seis largos de cuerda, de entre 60 y 40 metros, hasta un collado en una arista afilada bajo el muro rocoso final. Una tormenta de nieve nos obligó a descender. Llegamos al campo base con las últimas luces. A la mañana siguiente volvimos a subir por la morrena. Sobre las 7:00 horas empezamos a escalar los seis largos conocidos y escalaríamos otros cinco de baja dificultad técnica por buen granito, a través de un sistema de diedros y tres largos de roca suelta cerca de la cima. Después de once largos en total, en el segundo día de escalada lográbamos una muy inesperada cima.

Recuerdo que el último largo terminaba en una “jenga” de rocas sueltas, parecía que al quitar una de ellas todo se vendría abajo. Los últimos 15 o 20 metros fueron de escalada de cuarta o quinta clase en un “mini” largo de acceso a la cumbre, lo más directo posible hacia ella. Fuimos hasta la cumbre porque es siempre nuestro objetivo final, más importante que el trayecto cuando abrimos una ruta.

Proaño en el quinto largo, por la corta pero expuesta travesía hacia el paso clave de la ruta. Foto, Simón Bustamante. Pulse en la imagen para aumentarla.

Creo que la cumbre como objetivo principal es tan importante como regresar a casa. Si en los Andes apuntamos sólo a una arista, o a una antecima, entonces ¿para qué estamos ahí?

Descendimos con diez rápeles, sin incluir el destrepe de la travesía horizontal del quinto largo. Los dos primeros rápeles fueron confusos, pero nos pusieron en la línea correcta. En todos ellos dejamos fisureros o cintas cosidas. Antes de las tres de la tarde estábamos de nuevo en la base de la ruta, donde hay una cueva perfecta para salvaguardarse de una tormenta o pernoctar antes del ascenso. Aunque nuestra ruta, “Justo en las Ganas” 6a+ (5.10-), no sea la más difícil ni larga en mi trayectoria como escalador es de las que más orgulloso estoy. Creo que esta nueva vía, quizá la más fácil de la zona, podría servir de calentamiento antes de escalar en el Cerro Parón.

En Huaraz nos dijeron que tal vez, pero no es seguro, esa cima fuera visitada hace unas décadas desde la Quebrada Santa Cruz por alpinistas italianos. Comunicamos después que habíamos escalado el Putacaraju Oeste, por la orientación aproximada del pico respecto al Nevado Putaca. Fue muy interesante darse cuenta nuevamente de las grandes oportunidades que presenta la Cordillera Blanca y el mismo Valle de Parón.
Los dos andinistas del Ecuador mandaron una breve nota de sus actividades al anuario alpino norteamericano sin conococer todavía el nombre local del pico ni si alguien lo escaló antes.

Véase además una síntesis posterior del contenido publicado (en lengua inglesa) en The American Alpine Journal

Continúa en Parte II Confusión de cimas y nombres en la Quebrada de Parón

Comunicaciones personales y agradecimientos
Agradecemos la colaboración de Felipe Proaño y Hermann Huber


Simón Bustamante en la cima del Nevado Putka Chico. Foto, Felipe Proaño. Pulse en la imagen para aumentarla.