miércoles, 21 de junio de 2017

02.Andes. Perú. Cuzco. Cordillera Urubamba. Macizo del Huacrahuilki

Área parcial de la Cordillera de Urubamba (en rojo) sobre la de Vilcabamba en un croquis publicado por Egeler. Fuente De Berggids, sept 1956, p. 173.


La Cordillera Urubamba
Viene de Parte 1

La Cordillera de Urubamba, del departamento peruano de Cuzco, para Morales Arnao se extiende «75 kilómetros, en el costado norte del Valle Sagrado de los Incas, entre los 13°8' y 13°17' latitud sur, 71°58' y 72°16' longitud oeste, con una cobertura de 23 km2 de glaciares. Son unos 90 glaciares que bajan en tres grupos: Halancoma-Verónica hacia el oeste, Sawasiray-Pitusiray al centro y Platerillayoc hacia el este. Las aguas por ellos originadas bajan hacia los ríos Vilcanota y Cochac por la parte meridional y a los ríos Yanatile y Lares por la zona septentrional.»1 Acerca de ella, Evelio Evechevarría escribió en 1973:
A pesar de su pesada glaciación, esta cordillera parece ser más baja de lo que las expediciones han indicado. Las alturas deben considerarse con cautela. No se ha determinado claramente cuál es el pico más alto de la zona. El Nevado Verónica (Padre Eterno) fue medido por Hiram Bingham con 5894 m [véase cita en AAJ 1942], pero rebajados por Egeler y De Booy a 5750 m. Los mapas peruanos dan 5777 m al Chainapuerto, pero la expedición italiana de Biella sólo le dio 5720 m al Saguasiray, que se creía superior al Chainapuerto. Por lo tanto, todas las cifras enumeradas aquí están sujetas a revisión.2
Tan imprecisas cifras de sus elevaciones, la dificultad para representar el léxico nativo en la escritura del grupo de lenguas indoeuropeo, la falta de concordancia oronímica —de los topónimos de las montañas— en la distinta cartografía y los nombres invasores o extranjeros3 atribuidos a ciertas cimas producen confusiones al indagar, en particular, sobre las ascensiones en el macizo del Huacrahuilki para conocer, por ejemplo, si es más apropiado llamarlo macizo del Wekihuillca o del Willka Weqe, si Huajayhuillca es un orónimo más correcto que Wakaywillka o Huaccac huilco y está asociado a su correspondiente cima en la cartografía, o si los torreones del P ca 5350 m situado al ONO del punto culminante (llamado hoy Verónica) fueron alguna vez hollados.

Continúa en Parte 3

Notas
1 MORALES ARNAO, César. Las cordilleras del Perú. Lima: Banco Central de Reserva del Perú y Consejo Editorial USMP, 2001, p. 89.
2 ECHEVARRÍA, Evelio. A Survey of Andean Ascents: 1961~1970. American Alpine Journal (AAJ), 1973, p. 389.
3 Un artículo de César Morales Arnao —editor de la Revista Peruana de Andinismo (RPA)— sobre toponimia andina, publicado en AAJ 1966, explica que el «quechua como lenguaje literario profundamente expresivo introduce a través de sus palabras la verdadera naturaleza de un objeto mediante descripciones, estados mentales y vuelos metafóricos. Muchas palabras han sufrido en el cambio al español puro o a sus versiones americanizadas porque fueron escritas con frecuencia con exactitud fonética inadecuada. Ya que los Incas usaban sus quipus sólo para contar, no nos han dejado muestras de escritura. Sin embargo, existen en muchos lugares jeroglíficos circulares llamados quilcas, que posiblemente expresan significados que aún no han sido descifrados.» Hubert Adams Carter, profesor de lenguas y editor de AAJ, añadió al principio del artículo una nota al pie de la página 63: «El señor Morales está bien calificado para escribir este estudio sobre nombres de lugares quechuas. Nació y creció en Huaraz, donde entró en estrecho contacto con la población local de la que aprendió a hablar fluidamente el quechua... Este artículo le dará a un escalador o explorador en Perú una idea clara de lo que hay detrás de los nombres dados a los picos en los Andes peruanos. Los nombres inapropiados, que no tienen ninguna relación con la región —los nombres de las personas y de las ciudades extranjeras son los que más ofenden—, han sido dados por expediciones extranjeras. Tales nombres raramente serán aceptados oficialmente y deben ser evitados.» Evelio Echevarría en «A Survey of Andean Ascent» (AAJ 1973) desplazó a segundo plano muchos de tan inaceptables nombres y difundió por distintos medios, como la Revista Andina (nº 92, 1972) chilena o su libro Chile andinista (1999), las reglas para bautizar relieves andinos.

Comunicaciones personales y agradecimientos (c.p.)
Carles Capellas, Josep Paytubi y equipo humano del Servei General d'Informació de Muntanya (SGIM) de Sabadell, Antonio (Toño) Rodríguez Verdugo, Evelio Echevarría Caseli, José Herminio Hernández, Claudio Fernando Bravo, Tamotsu (Tom) Nakamura, Doris Walter, Almudena y Lenin Alvarado Javier, Biblioteca Nazionale CAI y Museo Nazionale della Montagna, Susan Jensen y Alpine Club Library

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