jueves, 20 de diciembre de 2012

África. Marruecos. Marrakech. Atlas. Taghia. Viaje con Lahcen Bouredda. Parte III

El matrimonio Amagar en la terraza de su casa de Zaouïat Ahansal contempla por la mañana el paisaje de la derecha.
Foto Sevi Bohórquez


El cielo despejado del fresco amanecer presagia en Zaouïat Ahansal un día soleado. Tras los cerros despunta el alba. La luz violeta dominante del paisaje demora su cambio al cálido amarillo anaranjado, que parece incendiar las casas construidas con tapiales y tierra aldeana rojiza.

Excursión desde Zaouïat Ahansal a Taghia

Desayunamos despreocupados por el transcurrir del tiempo, contagiados por la serenidad del medio. Abusamos sobre todo de los crepés embadurnados de miel. Saboreamos con cierta gula el pan casero caliente empapado en aceite prensado en esteras de almazara tradicional.

Qué sentido tiene ahora, aquí, la prisa. Taghia está a unos 2000 metros, el camino desde Zaouïat Ahansal asciende sólo 300 metros de desnivel y se tarda de dos a tres horas.

Observamos la delicadeza del mulero (arriero), contratado por Lahcen, cuando carga nuestras ligeras mochilas en los serones de su mula. Emprendemos la marcha por el camino (otrora senda) de la ladera izquierda del valle.

Al pasar por encima de la fuente del assif Ahansal caminamos despacio para recrear la vista con el contraste del color de sus aguas limpias al confluir con la turbia y rápida corriente del río, llamado más arriba, en berber, assif Taghia.

Lahcen saluda a uno de sus muchos conocidos que bajan al zoco de Zaouïat Ahansal.
Foto Sevi Bohórquez


Fascinados por cuanto nos rodea, percibimos que la privilegiada compañía de Lahcen nos abre las puertas del afecto del personal de cada gîte y de los reverentes transeúntes que le saludan.

Los caseríos, las pastoras de ovejas y cabras, las algarabías de los pájaros acuciados por las rapaces, el olor de los verdioscuros enebros (iunipĕrus), sus sinuosos troncos centenarios, los campos verdes, las vetas de colores en la tierra roja, el frescor ascendente del murmurador río entre altas paredes de roca caliza, los amarillos otoñales de los nogales, los chopos y los arces que destacan, tanto en el azul del cielo como en la negra roca húmeda de la umbría del río, invitan a entretenerse en el trayecto.

Cruzamos una vez el río a lomos de la mula, otras dos lo vadeamos saltando de piedra en piedra. A pesar de nuestros recreos fotográficos, llegamos a Taghia a mediodía con una luz preciosa.

Llegada al circo calizo del Taghia.
Foto Sevi Bohórquez


Hace unos 30 años estuve con tres compañeros de cordada en esta aldea enclavada en un paraíso calcáreo, para deleite de escaladores. En aquel tiempo vivían allí cuatro familias, prolíficas por cierto. Llegaron a tener más de 10 hijos cada una, según nos contó Mohamed Amagar.

Taghia no ha perdido el encanto pese al aumento de la población, los cruces desordenados de cables y algunas antenas parabólicas. Quizá sea porque sus casas armonizan con el escarpado entorno natural, donde los aldeanos consiguen el material para construirlas, y todo transcurre con la habitual tranquilidad del Magreb serrano.

Al entrar en la gîte de Said Messaoudi saboreamos otro té , con dos jóvenes escaladores belgas que llegaron la semana anterior. Ellos escalaron ayer en el barranco donde queremos entrar. Nuestra intención es deambular por las gargantas rocosas que cierran el valle. Por estos barrancos, secos la semana pasada, se precipitan ahora caudalosas cascadas de agua.

Cena en Taghia con Lahcen (al fondo), Said (derecha) y dos jóvenes escaladores belgas.
Foto Sevi Bohórquez


Al parecer los nubarrones que oscurecen la tarde pretenden desbaratar nuestros planes. Olvidamos consultar por internet en Marrakech el pronóstico meteorológico. Said lo conoce: la llovizna de esta tarde arreciará pronto, nevará esta noche y mañana empeorará la situación.

Dedicamos la tarde, pues, a recorrer las empinadas calles de Taghia mientras lo permite el cielo. Una súbita oscuridad a causa de la densidad nubosa, seguida de un chaparrón sorprendente, aconseja reunirse con Said, Lahcen y los huéspedes belgas para platicar alrededor de una tetera mientras en la cocina preparan la harira (sopa), el tajín y el cuscús de nuestra cena.

Recordamos entonces el proverbio árabe que oímos la primera vez que ascendimos al Toubkal o tizi n'Tubqal: «Si tienes prisa estás muerto». Por el vocabulario y los gestos del pastor que lo expresó entonces, interpretamos que significaba «la impaciencia mata».

Cuando escampa caemos en la tentación de salir del cálido comedor de la gîte con el deseo de ver el cielo despejado antes de acostarnos. Vana esperanza, las nubes apenas iluminadas por la Luna tardía se deslizan rápidas entre las grandes ajugas rocosas. Maldecimos el acierto de las predicciones meteorológicas desfavorables.

Tregua nocturna entre lluvia y nevada.
Foto Sevi Bohórquez


Continúa en Parte IV

1 comentario:

  1. hello
    i'm Said mesaoudi the gite Taghia
    email changed gite said
    not work
    gitesaid@yahoo.fr it does not work

    gitesaid1@yahoo.fr it does not work
    THIS IS correct coordinates
    this works
    Said Messaoudi in Douar Taghia Zaouia Ahanesal
    22010 Azilal Morocco
    Tel GSM 212 668 246 536 still).
    +212523 459 290 or fixed (directly at the lodge)
    oficiel email: gite@climbingtaghia.com (Internet connection to the gite)
    oficial website: http://www.climbingtaghia.com/

    SAID

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