viernes, 14 de junio de 2013

Fernando Marné. Obituario. Eufemismos. Parte I

«No hago escaladas, las compro hechas.»
Nandotti Marné


Fernando Marné Caballero camino de la Vega de Urriellu. Picos de Europa. Asturias.
Invierno de 1974. Foto Onofre García.


Carta póstuma a Fernando Marné

Querido Nandotti que estás en los cielos, en las tierras y en otras partes del Universo:

Me enteré de tu muerte, un año después, gracias a un obituario de tu paisano Isidoro Rodríguez Cubillas publicado en El Diario de León el 09 de abril de 2011. Siempre recuerdo tu comentario:
«Mi abuelo, postrado en su lecho de muerte, me aconsejó: "Nieto mío, colabora con el desastre"».
Me imagino cómo estarán ahora mismo los espíritus celestes oyendo los relatos de tus peripecias montañeras; si fuera verdad que existe la vida eterna como afirma la Santa Madre Iglesia. En caso contrario, si el alma no vaga en el jardín de las delicias como asegura la ciencia, te estás perdiendo un grotesco panorama mediático con el que disfrutarías como un gocho en un lodazal. Sobre todo porque los eufemismos que usan ciertos politicastros actuales matarían de un ataque de risa al hilárico filósofo de Abdera, nuestro admirado Demócrito.

Como te digo, algunos de esos gobernantes están afectados por un tipo de desafecto de la ciudadanía al que llaman «desafección» y por una desorientación que los «desnorta». Autoencandilados por su oratoria, confunden a veces «inacción» con «pasividad» y usan «externalización» —palabreja no registrada, aún, en el diccionario de la RAE— para referirse a la subcontrata y a veces a la privatización. Y eso que pagan muy bien, con «perras» del erario público, a quienes redactan los desorientados discursos que confunden la indiferencia o falta de estima con una mala voluntad ciudadana. Parece que nuestros gobernantes y sus opositores principales anteponen el enriquecimiento personal o el de sus allegados, o bien la notoriedad sin ningún sentido del esperpento, a la administración correcta de nuestros recursos materiales y humanos. En este país que respeta poco el bien común, y a veces ni los bienes privados, no puedes imaginar cuánto proliferan hoy los políticos «dispendiadores», «externalizadores» y pésimos «administracionadores»; aun rodeados por legiones de «asesoradores».

Como la suposición es fuente de equivocación, empezaré a documentarme bien para explicarte otro día los significados de los términos «finiquito en diferido» y «financiación autonómica simétrica y flexible», porque, aunque podamos suponer de qué se trata, semejantes gaznápiros suelen liarse y liarnos cuando intentan aclararlo a periodistas y votantes.

Sirva esto de introducción a los eufemismos del ámbito alpinístico y escalatorio del presente, que andan por el mismo porte; por ejemplo «ruta parcial» en vez de «intento». Los dejo para otro momento porque, aunque ganarse enemigos sea tanto privilegio de aristócratas como de la libertad del espíritu, no conviene ganarse en un día demasiadas antipatías.

Me despido de momento, pues, como solías terminar tus cartas: salud, agua y electricidad para todos.

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